Le Tour de Christ ®

​​​H

​​​H

Santos Sacramentos

​                       -transforma discípulos...                           ​      
​                ...en “Discípulos Amados” -​

​​
(Lección 4)​   - Santa Eucaristía -
  (Lección 4)​ 
(
Contáctenos para insrucciones de acceso a la lección en video de Saint Benedict+Press)


La Santa Eucaristía es el tercer sacramento de
iniciación cristiana (Lee CIC 1322). Por medio de
la Eucaristía, el cristiano participa con toda la
comunidad, en el sacrificio del Señor, del Cordero
de Dios que quita los pecados del mundo
(Lee Juan
1:29)
. En la última cena Jesús instituyó la eucaristía
como un memorial de su vida, muerte y resu-
rrección (Lee Lucas 22:19-20; 1 Corintios 11:24-26; Mateo
26:26-28; Marcos 14:22-24; CIC 1337)
. El pan y vino
siempre han sido fuentes de sustención de la
humanidad, representan el fruto del trabajo del
hombre. Pero antes son, fruto de “la tierra” y “la
vid”, dones de Dios el Creador. Jesús usó estos
símbolos para cumplir su promesa de estar
siempre con nosotros y darnos alimento para
nuestra jornada y vida en él
(Lee Mateo 18: 20; 28:18-20;
Juan 6:35,48,51,53-56; CIC 1333-1334)
. Luego de la
experiencia de Pentecostés, los discípulos
continuaron reuniéndose, día a día, para leer las
escrituras y partir el pan. Estas celebraciones (-en
donde el pan se bendecía en agradecimiento a
Dios, se partía y compartía con un significado de
entrar nuevamente en la vida, muerte y
resurrección de Jesús-) se las llamaban “eucaristía”
(En griego: “eucharistia”), que significa “dar gra-
cias”
(Lee Hechos 2:42,46-47). En la Liturgia (lectura de
las escrituras, homilía y oración), somos nutridos
con la Palabra de Dios para vivir acorde a su
voluntad. Luego, el pan y el vino son llevados al
altar, y ofrecidos en nombre de Cristo Jesús, por
el sacerdote, como un sacrificio eucarístico, los
cuales se convierten en el cuerpo y la sangre de
Cristo
(Lee CIC 1350). La Oración Eucarística “Vuelve
a llamar” al Misterio Pascual de Jesús, “hacienda
presente” la acción salvadora de Dios por medio
de Cristo (El Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo [Juan 1:29]). Este memorial se llama
“anamnesis” (El acto de “volver a llamar” y “hacer
presente”). Por medio del “anamnesis”, los hechos
maravillosos de Dios son “vueltos a llamar” por la
asamblea litúrgica y se “hacen presente” en la
misma. Cuando la Iglesia hace “memoria”, esta es
acompañada con la invocación del Espíritu Santo,
llamada “epíclesis”, quién “consagrará” o “hará
santa” a la gente, el pan y el vino del sacramento.
Cuando el sacerdote ora el “epíclesis”, la Iglesia
pide a Dios el Padre que: (a) Envíe el Espíritu
Santo sobre el pan y el vino, para que se
conviertan (no solo representen) en el cuerpo y
la sangre de Jesús; (b) Aquellos que reciben la
Eucaristía se con-viertan en uno en Cristo, en
cuerpo y en espíritu
(Lee CIC 1353). El “epiclesis”
completa y culmina la acción del “anamnesis”.
El “anamnesis” lleva al “epiclesis”, de la misma
manera que el Misterio Pascual lleva al
Pentecostés. La Oración Eucarística termina con
la gran doxología: “…por Él, con Él y en Él…”
donde luego respondemos “Amen”. Luego nos
preparamos para la recepción de la eucaristía
orando el Padre Nuestro e intercambiando el
Saludo de la Paz. Luego somos invitados a reci-
bir la “Comunión” con la fe del centurión:
“Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanar.”
(Lee
Mateo 8:8)
. El rito termina con el sacerdote pi-
diendo la bendición de Dios sobre nosotros, de
la misma manera que lo hizo al principio de la
Misa. La palabra “Misa” viene del Latín: “Ite
missa est”, que literalmente significa: “Ve, está
enviado”, y que en la liturgia significa: “lo que
hemos venido a hacer aquí juntos está hecho;
ahora vayan y cúmplanlo.” Llamándonos a ser
parte de la Eucaristía en forma “completa”,
“activa” y “consciente”
(Lee 1 Tesalonicenses 2:13).
En otras palabras, nos rendimos ante el Señor
en el altar sagrado, para que nos transforme en
mejores discípulos, por medio de la celebración
eucarística, donde en ese momento, el sacerdote
está actuando “en la persona de Cristo”, y “Cristo
está presente en el pan y el vino”. Esta invitación
de Jesús a participar de la Eucaristía: “En verdad
les digo, a menos que coman la carne del Hijo
del Hombre y beban su sangre, no tienen vida
en ustedes.”
Juan 6:53, nos llama a hacernos un
“examen de conciencia” para prepararnos para
este momento tan grande y santo. Si participa-
mos de la Eucaristía en forma indigna, estamos
pecando contra el mismo cuerpo y sangre de
Cristo, que es comer y beber nuestro propio
castigo. Por eso, quién tiene consciencia de
pecado, debe recibir el sacramento de la Peni-
tencia y Reconciliación, antes de participar de
la Eucaristía
(Lee 1 Corintios 11:27-29; CIC 1384-1385)
(Lee CIC 1322 -1419)
.