Le Tour de Christ ®

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Santos Sacramentos

​                       -transforma discípulos...                           ​      
​                ...en “Discípulos Amados” -​


(Lección 8)  - Santas Ordenes -   (Lección 8)​ 
(
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Hay dos formas de participar en el sacerdocio
de Jesús, que fluye de la gracia bautismal de
todos los cristianos. La primera es el sacerdocio
​ común a la cual todos los bautizados y confir-
mados son consagrados. La segunda es el sacer-
docio ministerial, a través del Sacramento del
Orden, que está al servicio del sacerdocio común,
una forma en la cual Cristo Jesús incesantemen-
te construye su Iglesia. El servicio eclesial del
ministerio ordenado, es Cristo mismo quién está
presente en su Iglesia como: Cabeza de su Cuer-
po, Pastor de su Rebaño, Sumo Sacerdote, Maes-
tro de la Verdad. En otras palabras, el sacerdote,
por el Sacramento del Orden, actúa en la perso-
na de Cristo: “in persona Christi Capitis”
(Lee CIC
1547-1548)
. El sacramento del Orden cumple con la
misión de Cristo confiada a sus apóstoles, ejerci-
da en la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Es el
sacramento del ministerio apostólico que com-
prende tres grados: episcopado, presbiterado, y
diaconado. Se llama Orden porque el cuerpo
apostólico está organizado en un orden (los tres
grados); que va mas allá de una simple elección,
ya que cada orden confiere un don especial del
Espíritu Santo que permite ejercer un poder
sagrado que solo puede venir de Cristo Jesús. La
ordenación se llama también “consagración”
porque es un “poner aparte” y un “investir”
(revestir a alguien con una cierta cualidad) por
Cristo mismo para su iglesia
(Lee CIC 1536-1538;
1 Timoteo 3)
. A través de la gracia del Espíritu San-
to el hombre ordenado es configurado a Cristo
como sacerdote, maestro, y pastor. Cristo Jesús
resucitado, al darle el Espíritu Santo a sus após-
toles, les confió su poder de santificación
(Lee Juan
20: 21-23)
, y se convirtieron en signos sacramenta-
les de Cristo. Y por el poder del Espíritu Santo,
ellos confiaron este poder a sus sucesores. Esta
“sucesión apostólica” estructura toda la vida
litúrgica de la Iglesia. Ella misma es sacramental,
trasmitida por el sacramento del Orden
(Lee CIC
1087)
. Para llevar a cabo una obra tan grande,
Cristo Jesús está siempre presente en su Iglesia,
en la liturgia, en la persona del ministro (ej.:
sacerdote), en la eucaristía, en los sacramentos
(ej.: cuando el sacerdote bautiza, es Cristo quién
está bautizando): “Donde estén dos o tres con-
gregados en mi nombre, allí estoy yo en medio
de ellos”
Mateo 18:20 …“Vayan, pues, y hagan discí-
pulos de todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a guardar todo lo que les he man-
dado; y he aquí, yo estoy con ustedes todos los
días, hasta el fin del mundo.”
Mateo 28:19-20 (Lee
CIC 1088)
. Una obra por la cual Dios es perfecta-
mente glorificado y los hombres santificados.
Cristo asocia siempre a la Iglesia, su esposa ama-
da, que invoca a su Señor y por él rinde culto al
Padre Eterno
(Lee CIC 1089). Y finalmente, una obra
que está protegida contra los poderes del infier-
no: “Jesús respondió, ‘Bendito eres tú, Simón hijo
de Jonás, porque esto no fue revelado a ti por la
carne y la sangre, pero por mi Padre en el cielo.
​ Y te digo que tú eres Pedro, y en esta roca edi-
ficaré mi iglesia, y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella. Y a ti daré las llaves del
reino de los cielos; y todo lo que ates en la tierra
será atado en los cielos; y todo lo que desates en
la tierra será desatado en los cielos’.”
Mateo 16:17-19.

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